La historia de Robin
van Persie y su fichaje por el Manchester United podría tratarse como la
historia de una traición, un gesto quizás de jugador con falta de personalidad
y sobre todo de poca palabra. ¿Por qué digo esto? Me explico. No hace mucho que
el jugador holandés dijo que no jugaría en otro equipo de la Premier que no
fuera el Arsenal, frase que el aficionado gunner
se fue creyendo hasta mediados de verano.
Ahora bien, la decisión
de irse al Manchester United es lo que más duele, lo que correspondería a la
verdadera traición al Arsenal. Se va a un eterno rival, tanto o más de lo que
es el Tottenham, una rivalidad extendida incluso hasta a sus entrenadores
(Ferguson y Wenger no son precisamente amigos).
Todos sabemos que
dinero y títulos son dos razones que muchas veces ciegan a los jugadores
(quizás a la mayoría), menos a aquellos fieles a un club y a sus principios,
van Persie ha demostrado que no es de estos últimos. Se ha bajado del barco del
Arsenal tras su mejor temporada, probablemente ya no se acuerde de todas sus
lesiones y de aquella etapa en la que fue mimado por el club a pesar de su bajo
rendimiento. Ha renunciado a seguir creciendo con los gunners (que han mejorado mucho su plantilla este verano), para
irse al United, donde las cosas quizás sean más fáciles.
Lo inexplicable es que
el Arsenal haya permitido esta venta. Cierto que van a recibir una cantidad muy
alta para ser un jugador de 29 años al que le quedaba un año de contrato. Sin
embargo, no es lógico vender al mejor jugador al eterno rival, a uno de esos
equipos que van a pelear (y con muchas opciones) por la Premier y por todos
aquellos títulos que va a disputar el Arsenal. Es aquí cuando quizás la
decisión de Robin ya no suene tanto a traición sino a inocencia por parte de
los gunners.
También en: Tanda de penaltis
“La pelota es redonda,
el partido dura noventa minutos, y todo lo demás es sólo teoría” - Sepp
Herberger
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